¿Qué bien hace el escritor que se guarda sus ideas para sí mismo?
Se priva al mundo y a sí mismo de la oportunidad de impactar, de hacer que el mundo gire y responda a lo que su voz le interpele a compartir.
Así mismo muchos de nosotros, en un estupor crónico, vemos un surco de vacío en donde debiese estar el coraje de creer en lo que hacemos para entregarselo al mundo.
La voluntad egocéntrica -en el sentido literal: centrado en el yo– es la que alimenta esta resistencia al crear.
Y finalmente no hay nada más tóxico para el Creativo que ser su peor enemigo.
Con el nombre que sea: Músico, Escritor, Bailarín, Emprendedor, Cantante, Escultor…
No tienes derecho a tratarte como tal si no estás creando, más aún si la razón es miedo en realidad.
Porque podemos señalar con facilidad las mil y una cosas externas a nosotros que nos “impide” empezar a crear lo que deseamos, cuando deseamos.
Excusas, sin duda.
El miedo no puede ganar, porque si gana, perdemos todos.
Pierdes tú, como Creativo que no responde a su llamada.
Y pierde el mundo, porque nunca habrá de recibir el impacto de aquello que quiere nacer de tí.
Abandona tus expectativas absurdas, fundadas en miedo.
Crea, con coraje y consistencia.
Aquí la clave es ser consistente, no en ser el mejor.
Porque lo mejor solo se construye en la consistencia; el compromiso.
Responde, crea.
Cree en tí. Y si no, en lo que sea que te mueva a empezar a hacer lo que quieres hacer.