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El Arte de Decidir

¿Qué simboliza la imágen? Deseable, siempre en la altura; un lugar que alcanzar.

Lento, muy lento quiero comenzar con esta pregunta tan importante para mí: ¿Por qué hago lo que hago? ¿Qué busco lograr?

Sinceramente, muchas veces me veo desconectado de esta verdad personal, no porque no desée entenderla, más bien porque siento que me desoriento con facilidad en mi verdad sobre lo que busco hacer… Por esto, lo exploraré aquí.

Mi verdad, escuchando

Desde siempre he sabido que para mí es importante poder ayudar a otras personas, en cuanto más directamente mejor. Disfruto mucho poder aportar de alguna forma en la vida de otros, que es parte de lo que motiva largas conversaciones que he tenido con conocidos y desconocidos sobre sus vidas, sus deseos, y finalmente intentar enfrentar aquello que les impide realizarse.

Me considero alguien idealista, para bien o para mal, está en mi naturaleza el verle el potencial tanto a las personas como a las circunstancias con mucha facilidad. Esto, me pone en una buena posición también para poder ayudar a ver las opciones que existen para lograr tal o cual meta que se tenga.

Esto siempre lo he expresado abiertamente, aunque claro, con el tiempo uno aprende a tantear el terreno antes de ofrecer palabras que, en ocasiones, no son solicitadas; aprender a respetar el camino de otros.

En esto, fluyo bastante. Me puedo invertir horas con facilidad en explorar problemáticas con otras personas y buscar soluciones, aunque claro, existen algunas realidades que simplemente no las tienen, y que lo mejor que se puede buscar es la acción mínima para traer algo de paz al espíritu.

Me considero también alguien muy creativo, de ese tipo de creatividad que puede agobiar; la que te impele a crear, o te castiga por no hacerlo.

Castigar es hablar fuerte, si bien ocurre, no es algo cruel ni físico, es más bien un castigo “esencial”, aquel que te hace sentir que definitivamente no estás a la altura de lo que deberías hacer, o crear. ¿Según que, o quién? Aún tengo que averigüarlo.

Elegir un camino, ¿existe “el” camino?

Entiendo que la base de esto es ayudar, pero el medio ideal es difuso. Los caminos son varios, y es difícil tener algún grado de “certeza” en este tipo de decisiones.

Pero también entiendo lo siguiente: No elegir es elegir también, y es necesario en esta decisión ser prudente, porque de lo contrario nos podemos encontrar con un exceso de metas, que finalmente lo que hacen es quitarnos la posibilidad de disfrutar ninguno de los caminos que intentamos seguir.

El acto de organizar la vida de buena forma es desafiante, sobre todo en esta última verdad:

  • ¿Cómo se puede elegir un camino, sin siquiera la certeza de ser este el “correcto”?

Coraje, sobre todo. De tomar una decisión honesta y certera, una en la que nos podamos decir: Quizás este no es el camino correcto, pero me comprometo a intentarlo y averigüarlo.

Entonces, el paradigma de la buena vida no es aquella que se basa en tomar las decisiones correctas, más bien, es aquella en la que se toman decisiones correctamente.

Sutil diferencia; las verdades más importantes suelen ser las más simples, pero también las más complicadas de practicar.

La verdad aquí es clara, por lo menos, la que puedo ver en este instante, dicta que el ser consecuente con las decisiones que tomamos es lo fundamental para una vida realizadora; una identidad congruente con nuestros deseos.

La necesidad de vivir plenamente

La vida como tal y sus tantas partes que la componen es una cuestión de profundo misterio y que, cuando se desea vivir plenamente, parece profundizar la complejidad de sus preguntas, en vez de traernos las respuestas que buscabamos al empezar.

Pero esto está bien, porque de eso va. Si tuviese fin, querría decir que los seres humanos somos finitos, pero esto está lejos de ser la característica que nos define, porque existimos más allá de quienes somos en este instante.

No quiero irme en exceso hacia algún grado de esoterismo, si bien necesario, también puede resultar desorientador para quien pudiese estar buscando respuestas, como yo en este instante.

Digamos que esta realización que tuve es una que aún no está del todo hecha, ahora falta la acción alineada con dicha verdad.

Porque todo aquello que importa realmente, no se puede enseñar en palabras ni reflexiones, se debe experimentar… Sigo entonces, para vivir mejor.

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